jueves, 9 de octubre de 2014

El ébola y varias falacias hispanas

Hay semanas donde uno empieza a pensar que el título y el lema de este oxidado blog está equivocado. Lo que está pasando esta semana en España no es solo estupidez, es también una buena dosis de maldad.

A raíz de esto del ébola tengo la sensación que España es la auténtica líder mundial en varios tipos de falacias:
La Falacia de planificación, dícese de la tendencia a sobrestimar el beneficio de nuestros proyectos y a subestimar el tiempo y los costes para llevarlo a cabo. Es el famoso e injustamente alabado optimismo hispano, que igual nos llevó a ser mundialmente conocidos por la construcción de viviendas, aeropuertos y palacios de congresos a cascoporro, al broteverdismo económico, y a repatriar a dos personas infectadas por un virus altamente letal a un hospital que estaba en ciernes de ser desmantelado en el centro de una ciudad de 6 millones de habitantes para ser asistido por profesionales a los que se dotó de escaso entrenamiento. Un experimento de hace unos años encontró que cuando las personas hacen sus predicciones de manera anónima no muestran este sesgo optimista. Esto sugiere que las personas hacen estimaciones optimistas con el fin de crear una impresión favorable en otros, en su jefe, en sus amigos o en los votantes. Es pues un sesgo cognitivo de origen social: en el grupo que toma una decisión nadie cree en el éxito de la misma, pero todos creen que el resto sí son unos firmes convencidos. No me acuerdo a quién le leí un aforismo que alababa a los pesimistas por ser aquellos que traen los salvavidas al barco. Yo no admiro a los pesimistas, pero sí y mucho a todo aquel que no se deja llevar por la euforia del entorno, y es capaz de avisar que el rey es probable que esté desnudo. Me cuesta trabajo creer que nadie pensó en otras opciones para asistir a los dos misioneros con ébola desde usar un buque hospital en alta mar a un hospital de campaña en zonas poco pobladas.


La falacia del historiador que se produce cuando se da por supuesto que quienes tomaron una decisión en el pasado podían considerar las cosas desde el punto de vista y con la información que se obtiene tiempo después de haber tomado la decisión. Así, el 25 de Febrero de 1981 todo español había oído hacía semanas que Tejero quería asaltar el congreso y el 20 de Noviembre de 2012 todo español hubiera metido el Prestige al puerto de Coruña. La fatalista frase del paisano "esto se veía de venir" y contemplando el desastre es más española que la tortilla de patatas. Cómo somos capaces de ser tremendamente optimistas en el primer caso y fatalistas en el segundo es parte de nuestra esquizofrenia patria. Y además sin ningún interés en un análisis sosegado de los errores detectados, de cuál ha sido la causa raíz y cual la causa inmediata, no vaya a ser que ello nos obligue a matizar el brochazo inicial.


Pero si los dos primeros casos pueden ser achacables a la estupidez, donde somos imbatibles, es en la práctica de la falacia ad hominen y esta tiene mucho más de maldad que de estupidez. No digo que seamos los únicos ni que sea fácil ser immune a una cierta tendencia a adherirte a tu grupo. El psicólogo Geoffrey Cohen realizó un experimento en el que los mismos argumentos que rechazas de tu partido rival, son rápidamente aceptados por ti en cuanto los plantea alguien de tu propio grupo. En un país en el que fuimos capaces de crear víctimas del terrorismo de derechas y de izquierdas, y de politizar el uso de la morfina en cuidados paliativos, estaba claro que en una crisis como la del ébola en menos de 24 horas todo el mundo iba a estar en su respectiva trinchera. Si de los dos repatriados hubiera sido uno misionero y el otro cooperante laico apuesto que hubiera habido opiniones favorables al traslado de uno y no del otro y viceversa estirando al límite los argumentos favorables a cada tribu. Porque solo desde un lamentable sectarismo es posible explicar que Ada Colau piense que se quiere exterminar a la población, que el consejero de la Comunidad de Madrid se ensañe varias veces y carente de cualquier piedad con una trabajadora de su propio departamento (creo que por bastante menos se puede poner una denuncia por acoso laboral), y que varios miles de personas usen la palabra asesinato para referirse a la eutanasia de un perro demostrando lo poco que entienden algunos la dimensión moral de un asesinato.

En fin, que hay momentos en que caes en la cuenta de lo frágiles que como sociedad somos y que rápidamente sale lo peor de nosotros.

2 comentarios:

  1. Muy devastadora la opinion que tienes de la sociedad española pero aunque hay gente necia y malvada , tambien hay muchisimios que son sabios y buenas personas como tu

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  2. Tienes razón, no hay que caer en la desesperanza. Ayer lei dos articulos que me gustaron: Enric González en El Mundo con el mismo tono de pesimismo (http://www.elmundo.es/opinion/2014/10/10/5438337dca47413a6a8b4591.html ) y Elvira Lindo sobre lo importante que es no dejarse llevar por la ira http://elpais.com/elpais/2014/10/09/opinion/1412866901_271422.html .

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