sábado, 20 de agosto de 2011

Como distinguir lo cómico de lo serio en la ciencia y la medicina

Esta semana me han llegado por separado y casi simultáneamente un par de noticias que me han hecho pensar sobre los límites entre lo cómico y lo serio, entre la verdad y la estafa, y entre el intento de denuncia y la impostura científica.

El primero es el artículo que os adjunto, algo presuntamente serio en sus formas pero ridículo en su planteamiento: el uso de perros entrenados para detectar cáncer de prostata olisqueando la orina y su correspondiente editorial. El trabajo parece que ha sido financiado por el ministerio de defensa francés, así que luego no nos extrañaremos de la deuda pública. El editorial acompañante a su vez tampoco orientaba demasiado porque igual le daba citar al NEJM que al J Altern Complem Medicine. He intentado rebuscar en el resto de la revista y en el perfil de sus autores para dilucidar si estábamos ante una parodia al modo en que la revista BMJ publica su número especial de Navidad o de los premios IgNobel o verdaderamente los autores proponían este método diagnóstico de manera honesta, y he sido incapaz de saber con que interpretación quedarme.


El segundo, al contrario era cómico en sus formas y muy serio en la denuncia subyacente. Era un video parodia del uso de homeopatía en los hospitales. Lo que ocurre es que por sorprendente que pueda parecer, hay hospitales británicos financiados por el NHS que usan homeopatía, al igual que en España se han creado varias cátedras y cursos universitarios sobre el tema.


En fin, que tengo para mí, que la asignatura más complicada en los próximos años será la de distinguir entre información y engaño, entre conocimiento y manipulación, entre dato aislado válido y conclusión extraída que acaba en auténtica patraña.